viernes, 8 de julio de 2016

SACA DE LAS YEGUAS 2016. ALMONTE. DOÑANA. 2ª parte.

Saca de las yeguas 2016.



La madrugada fue corta.

El sonido del reloj, a las seis de la mañana, me hizo abrir los ojos y recorrer la habitación de mi casa de Almonte, en la que tantos años viví en mi infancia y adolescencia. Un rápido desayuno y preparar las cámaras. A las siete menos cuarto, partía nuevamente hacia La Rocina.

La mañana estaba muy nublada y hacía fresco. A las siete y media, salíamos nuevamente en el todoterreno, al encuentro con las yeguas.

Este año, muchos cambios. Los yegüerizos habían adelantado las faenas de la saca y ya no pudimos disfrutar de la fuerza e intensidad de ellas. Sólo pudimos vivir su desplazamiento dentro de Doñana, a su paso por la Marisma de Hinojos. 

Cuando llegamos, la mañana seguía muy nublada y en el espacio abierto de la marisma, el frío era muy intenso. Dí un paseo a paso ligero, tratando de combatir el frío. El sonido de los cascabeles de los mulos, y la estampa que contemplaba, nuevamente me llenó de emoción. Me gustaba. La reconocí al instante. Tuve la suerte de fotografiarla en la saca del 26 de junio de 2009. Y ahora, al comparar las fotografías, parece que el tiempo no ha pasado.


saca del 2009

saca del 2016


Luego llegó el momento de encontrar el lugar más adecuado para vivir la emoción del paso de las yeguas por ese paraje tan particular. El cielo seguía plomizo dejando al sol oculto por las nubes. Y decidí quedarme a esperar, cerca de una valla en la que podía contemplar como los caracoles había logrado encontrar su habitad.Y también allí, me atraparon, las caras en la naturaleza.




El primer relincho de un caballo, me alertó de que la primera tropa ya estaba allí. Esperaba algo más de movimiento, pero aún así,  su paso frente a mi me hacía disfrutar de instantes familiares. Los yegüerizos con sus largas varas, su certeros desplazamientos para guiar a la tropa y esas frases y palabras tan almonteñas, que en momentos como esos, comentan entre ellos.








Vi alejarse a la primera tropa y mi mirada recorrió el paisaje. El frío seguía siendo muy intenso. La mañana muy gris. Los dorados rayos de sol esa mañana, no iban a iluminar estas estampas marismeñas. 

Luego, pasó otra tropa menos numerosa. Su paso también era tranquilo y sosegado. Me gustaba ver cabalgar a los yegüerizos en sus monturas y escuchar el sonido de los pasos de las yeguas en el suelo, al pasar junto a mí. 




Luego, nuevamente la calma. El sonido de la marisma seguía sorprendiéndome. El paisaje, con sus huellas del paso del tiempo, y la vida, brotando en los troncos de madera o agarrada al frío metal oxidado.





Desde que llegué esa fría mañana, miré y remiré, intentando verlo. Pero no lo encontré. Él ha estado presente en muchas de mis imágenes de la saca de las yeguas, a lo largo de la última década. Es el eslabón que permanece a lo largo del tiempo. Por eso, este año, añoré tanto su presencia. Siempre recordaré la primera vez que tuve la suerte de mirarlo y retratarlo, en la saca de las yeguas del año 2005.


saca de las yeguas 2005

saca de las yeguas 2006

saca de las yeguas 2009

saca de las yeguas 2011

Había llegado el momento de partir y verlas salir de Doñana, hacía la Ermita. Después de cruzar nuevamente las arenas y de contemplar como empezaba a latir la vida en Doñana, llegamos justo en el momento de ver como las yeguas, empezaban a recorrer el camino que las llevaría a pasar por delante de la Blanca Paloma.








Yo también fui hacia allí. Pero este año, unas altas vayas de hierro, acotaban el espacio. Muchísima gente alrededor de la iglesia para verlas pasar. El encanto de ese momento, para mí, se quedó en el pasado. Vi pasar una tropa y me marché. Pero antes, una última mirada a esa querida estampa que siempre tengo en mi corazón.



Con el recuerdo de esta maravillosa vuelta a mi tierra, a Doñana, volví por la misma carretera que algunas horas antes había recorrido, camino a la Rocina. Y una vez más, disfruté de las fotos y los vídeos realizados. 



Fotos en color, que gracias a la tecnología de estos tiempos, podemos convertir en blanco y negro. Fotos, que en algunos detalles, me llevan al recuerdo de mi infancia, cuando las yeguas llegaban al Chaparral mientras mi padre, montaba la caseta de San Pedro, para la feria de Almonte. 

Imágenes que empecé a retratar a mediados de los años 90, cuando iba con mis dos cámaras. Una, con un carrete en B/N que luego positivaba en el laboratorio de bn que tenía montado en mi casa, y la otra, con diapositivas. Fotografías que tengo siempre en mi corazón y que de vez en cuando, me gusta ver en los álbumes de aquella época, con mis negativos y mis fotos.







 

 

El año que viene en 2017, se cumplirán 20 años de algunas de mis primeras imágenes. Ahora empieza mi cuenta atrás. Espero con mucha alegría e impaciencia, volver. Pero el año que viene, me gustaría poder volver a sentir la tradición como en el pasado.


¿Lo conseguiré?

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